lunes, 7 de septiembre de 2009

Reportaje

El reportaje[1]
Por: Andrés Puerta

Gonzalo Martín Vivaldi dice que el reportaje es un relato “esencialmente informativo, libre en cuanto a tema, objetivo en cuanto a modo y redactado preferiblemente en estilo directo en el que se da cuenta de un hecho o suceso de interés actual y humano”. Carlos Marín, en su Manual de periodismo Grijalbo, dice que es “un género complejo, que suele contener noticias, entrevistas o crónicas, así como recursos de otros géneros literarios, como el ensayo, la novela corta y el cuento. Los reportajes amplían, complementan y profundizan la noticia para explicar un problema, plantear y argumentar una hipótesis o contar un suceso. Aportan elementos sustanciales para explicar el porqué de los hechos; el reportaje investiga describe, informa, documenta”.

El reportaje es el género máximo del periodismo, el que mayor esfuerzo requiere, el que más investigación demanda. Un género totalizante y omnívoro; tan versátil como la novela, un texto periodístico que reconstruye un hecho, un proceso, la vida de un personaje, la historia de un lugar, aquel que responde a todos los interrogantes, que no deja cabos sueltos, que además usa un lenguaje creativo, aquel que engloba y cobija a las demás formas periodísticas. Tiene algo de noticia cuando produce información, alguna revelación; de crónica, cuando emprende el relato de un fenómeno; de entrevista, cuando reproduce con amplitud opiniones de las fuentes o fragmentos de diálogos con ellas. Que también, aunque en menor medida, se hermana con el análisis, en sus afanes de interpretar hechos y coquetea con el editorial, con el articulo y la crítica cuando el autor sucumbe a la tentación de dar juicios sobre lo que cuenta y explica; sin embargo, el reportaje no es un simple depósito de posibilidades múltiples o un collage de géneros diversos, sin alma, sin esencia y componentes propios. Al contrario, es plural en elementos, diverso en orientaciones y énfasis, proclive a transformarse de acuerdo con los vicios o virtudes de sus autores, como lo define Gabriel García Márquez: “Es la reconstrucción minuciosa y verídica del hecho, es decir la noticia completa, tal como sucedió en la realidad para que el lector, la conociera, como si hubiera estado allí. El reportaje posee el carácter informativo y totalizador” (García Márquez, 1996, p. 3).

Caracterización

Hay una gran confusión en su caracterización de este género, por ejemplo se le confunde con la crónica, esta problemática la plantea Daniel Samper Pizano (2001) en su Antología de grandes reportajes colombianos

En realidad el reportaje moderno es hijo de la entrevista y la crónica, con la catalizadora influencia del cine. Y muchas veces resulta difícil separarlo por completo de sus progenitores. Son fronteras borrosas las que se tienen entre ellos, y con frecuencia se escriben notas que podrían ser reportajes acronicados o entrevistas con rasgos de reportaje. A su vez, son distintos los tres de la noticia directa, austera e impersonal, donde no queda espacio para intentar formas más complejas de comunicación o lucimiento. (Samper, 2001, p.14).

Pero uno de los puntos que lo diferencia es que la crónica no necesariamente transita por el pasado, presente y futuro de un tema, el reportaje sí. Es decir, el reportaje presenta contextos, antecedentes, y si la investigación es muy rigurosa (como debe ser), hasta puede aventurar posibles consecuencias. Una crónica puede escribirse con el saber propio del cronista, no necesita de la investigación, por lo menos esto puede hacerse con una crónica que remita a lo anecdótico, a la vivencia de un personaje. En el reportaje es un requisito la investigación. Algo que deja claro Daniel Samper en el rastreo bibliográfico para construir el prólogo de la Antología de grandes reportajes colombianos

Señala Ferguson que “los mejores reportajes resultan cuando el reportero ha acumulado un material tres veces mayor del que puede usar”. Y añade algunos consejos más para los reporteros jóvenes: “la próxima vez que le asignen una entrevista formal, no hable sólo con el sujeto asignado; converse también con algunos de los amigos y enemigos de él. […] Usted tendrá más lectores si escribe acerca de gente más que de situaciones. […] Si logra captar firmemente a su personaje, esto brillará a través del material terminado”. (Editor and Publisher, vol. 101, No.45, 9 de noviembre de 1968, p. 40).

Este género se caracteriza con respecto a otros por su diversidad funcional, temática, compositiva y estilística. Ya que el reportaje es un género muy versátil y puede incorporar, combinar múltiples procedimientos y recursos de escritura, absorber en parte o del todo otros géneros periodísticos y además puede asimilar parcial o totalmente géneros literarios y artísticos como la novela, el ensayo, el cuento, el cine o el teatro.

Para Patricia Nieto la principal diferencia entre crónica y reportaje radica en que el segundo siempre transita por el pasado, se remonta a los antecedentes y aventura conclusiones acerca de un hecho; la crónica, no necesariamente.

Eduardo Ulibarri (1944) afirma que el éxito en el reportaje “Depende de muchos requisitos, de la ciencia, debe tomar la práctica sistemática, el afán de comprobación, la voluntad de ahondar en la realidad del arte, su gusto por el sombro, su atrevimiento, su irreverencia, su fascinación y nunca debe alejarse de la ética ni de la responsabilidad (Ulibarri, 1944p. 48).

Juan José Hoyos, en uno de los textos más completos acerca del reportaje colombiano, titulado Literatura de urgencia, gracias a una expresión utilizada por Álvaro Cepeda Samudio, y que es una de las mejores definiciones de lo que representa el periodismo de estilo narrativo, desarrolla estos conceptos y afirma que el reportaje es “pura poesía de acción”, pura “poesía de los hechos” y agrega que un “buen reportaje nunca te hace aburrir, como una buena novela” (Hoyos, 2003, p. 12). Para él, el reportaje busca captar una historia con todos sus detalles, retratando de paso sus personajes, sus ambientes, recreando el drama que hay detrás de los hechos que se narran. Por eso considera que tiene ese afán totalizador. Para Hoyos “es un punto de encuentro entre el periodismo, la literatura, la antropología, la historia, el arte y muchos otros campos del conocimiento ligados a las ciencias humanas” (Hoyos, 2003, p. 10) y la gran conclusión es que la diferencia entre reportaje y crónica es que el primero “eliminó sus contaminantes poéticos”. Es decir, también puede tener una elaboración del lenguaje, unos juegos literarios, pero lo básico serán las acciones. Es como el cuento, al que se le puede dar intensidad, a través de la historia o a través del lenguaje; en la crónica se puede optar por construir un texto atractivo por su lenguaje; en el reportaje es necesario que sea la historia, que sean los hechos los que defiendan su calidad.
El texto Literatura de urgencia, un nombre tomado de una frase de Álvaro Cepeda Samudio (y que se convierte en una de las mejores definiciones del periodismo narrativo), reivindica como ya lo ha hecho Gabriel García Márquez, al reportaje como el género máximo del periodismo, aquel que abarca a los demás y que requiere tales condiciones en su escritura que, como ha manifestado el Nobel colombiano, podría considerarse un género literario. El Legado del saber valora la labor de algunos escritores extranjeros que son maestros del reportaje, también menciona a algunos escritores colombianos que lo han llevado a su máxima expresión, entre ellos: Francisco de Paula Muñoz, Porfirio Barba Jacob, José Joaquín Ximénez, Gabriel García Márquez, y José Antonio Osorio Lizarazo. El valor de estos reportajes es, en gran medida, esa huella que dejan, el conocimiento que transmiten.

[1] El reportaje es un género hijo de la crónica y la entrevista, pero que por su afán totalizante, igual que la novela, es el género mayor del periodismo, el que permite dejar testimonio de los hombres y su época. Algunos teóricos, como Daniel Samper Pizano, en su Antología de grandes reportajes colombianos, sitúan su origen, en Colombia, en la década de 1950. No obstante, estudiosos como Juan José Hoyos, afirman que el reportaje colombiano nació con un relato, que parece una novela, escrito por Francisco de Paula Muñoz Hernández, un escritor nacido en Medellín en 1840. En 1873, Muñoz participó en la investigación de un asesinato que conmovió a la ciudad en el sector hoy conocido cono La Agucatala, el texto fue publicado en 1874 por la Imprenta del Estado con el nombre de El crimen de Agucatal.

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